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viernes, 6 de junio de 2014

Un pubis como una isla: el origen del mundo


De todas las clasificaciones que he leído sobre este cuadro de Courbet, L´Origine du monde en ninguna se dice que este pubis también pudiera ser la metáfora de una isla. Un paraíso perdido que mitificó un poeta inglés, y otro poeta cubano menor, yo, quien al ver el cuadro por primera vez en el Musée  d´ Orsay en la ribera del Sena, quedé absolutamente fascinado ante su marcada sensualidad y advertí que sus vellos enmarañados como un jardín inglés, solo podían ser una isla. Ésa que yo acababa de abandonar faltando treinta y dos días para el fin del siglo XX. Años más tarde me acerqué a la entrada de esa gruta, tarde, noche y madrugada  y ví salir a mi hija, que me hizo entender por primera vez, el sentido de este origen del mundo.
La superficie donde reposa este pubis ahora representa en mí la balsa de piedra de la península ibérica, donde he encontrado un espacio para sobrevivir cerca de un mar sin olas: el Mediterráneo.
Los dos párrafos anteriores no tuvieran ningún sentido si no me hubiese leído  el libro El origen del mundo (Historia del cuadro de Gustave Courbet) de Thierry Savatier, editado por ediciones Trea, en España, 2009. No es un ensayo al uso, su narrativa coquetea con la novela y mantiene la seducción investigativa de series televisivas como CSI Las Vegas, confieso que cuando lo leí iba por el siglo XIX con Savatier como si lo conociera de toda la vida. Arroja tanta luz de esta época, entre cortesanas, salones de encuentro y familiares de Napoleón que da gusto tener esta puerta por donde entrar a este baile impactado por esta gruta.
Esa gruta por la que nos gusta entrar a cada instante y a toda hora. Vestidos, desnudos, con una linterna o en tinieblas para sorprendernos. A veces ayudado por la música y siempre húmedos.
Este cuadro no tiene edad, quizás porque quien busca los orígenes, termina encontrando orígenes nuevos en cada piel, esa segunda piel que se proyecte a la medida de nuestra libertad.


                                
  
La performance luxemburguesa Deborah de Robertis reactualiza el clásico de Coubert y muestra su sexo en el museo Orsay donde se exhibe el cuadro de Coubert. Su  Performance "el espejo del origen" ha generado mucho ruido en internet en el último mes  junio 2014. Ella sólo quería mostrar el agujero negro que no muestra Coubert. A mi me gusta su creatividad para traer el Origen del mundo al siglo XXI.





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4 comentarios:

  1. Arsenio: Cada cual en su Isla o donde encontremos un espacio donde sobrevivir; bien en un mar Mediterráneo sin olas; bien en un simple atolón donde la dignidad de la persona sea un tesoro inviolable. Y, la libertad si utopías, un cuadro tan real como la perspectiva contenida en el “Origen del mundo”. Yo, también leería a Thierry Savatier, escuchando un CD del que se esparcieran las más ricas notas de jazz.

    José Miguel

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