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martes, 5 de junio de 2012

Mar y frijoles negros al Busto

Hace unos días hubo comida por encima de Barcelona en el barrio de Sant Gervasi, que junto a Pedralbes es donde vive la crema aburguesa de barcelona los últimos cien años, quizás porque siendo el mar la única memoria que somos, cuesta caro tenerlo siempre a la vista, en los ojos para que pase rápido a la memoria. 
Por otro lado, aquí el modernismo se hace mayor, en escala. No es un modernismo como el eixample, hecho solo de edificios, hay muchas más casas con torres independientes, cúpulas hechas de trencadis, y rejas y rejas que no significan cárceles sino la experiencia vital de la naturaleza florida hecha metal torcido.
El piso de nuestro amigo está en la zona alta pegando a la montaña, desde donde se pueden ver cúpulas modernistas con la escenografía del Mediterráneo de fondo. Es un 7mo que aspira ser ático -terraza incluida-, donde fueron a parar los frijoles negros al Busto, cremosos y en su punto, para la comitiva cubano-catalana que nos reunimos, entre música de Elza Soares, Kiko Veneno, Earth, Wind & Fire, Elis Regina  y Esperanza Spalding, esta última,  tocando desde la Casa Blanca saliendo de un Mac, para nosotros y Michelle Obama, emocionada en su asiento con sus dos niñas. 
No había muerto Donna Summer y Carlos Fuentes, vivía sus penúltimos días, tampoco se sabía de la crisis de Bankia.
Éramos seis cubanos y tres (nuestros hijos) catalanes, dos niñas y un varón, que se han conocido mucho más pequeños de cuando nos conocimos Ernesto y yo, cuya afinidad intelectual habanera nos llevó a los archivos de la Biblioteca Nacional de Cuba,  donde a veces nos reunía Víctor Fowler a escuchar la voz del maestro Lezama. Ernesto tuvo el valor de sacar una foto de 1987, donde aparecemos, Rado, él  y yo, en el Parque Central frente al Capitolio habanero. Estábamos tan flacos que parecemos acabados de salir de un campo de concentración, eso sí, llenos de folios y libros que nos arrastraban por todas partes y nos salvaban del desvarío de una dictadura.  De la que soportamos muchas cosas hasta escuchar a Paco Ignacio Taibo II,  en Casa de las Américas, decir que un número erótico de la revista Naranja Dulce, donde habíamos publicado los tres,  era de elementos de la derecha, y que cosas así no debían publicarse, fue el último número. 

Había dos madres en el evento, y era, uno de esos Días de las Madres, no recuerdo bien si el de aquí o el de allá. No hubo flores, pero sí unos berberechos exquisitos
cuya marca se reservó Ernesto, y que las madres dieron buena cuenta a cada platillo que apareció como entrante. También era el día en que los franceses se habían conjurado para echar a Sarkozy de la presidencia de Francia, y lo echaron, y de eso también se habló…
Hablamos de todo, pero nos concentramos en el piso forrado de libros de Ernesto que mantiene vocación acumulativa y selectiva de textos de los más variados movimientos artísticos y literarios, donde por imperativo evidente, saltan a la vista artistas y catálogos de artistas cubanos contemporáneos, brillando con luz propia Ana Mendieta en un catálogo gris inmenso, entre otros artistas,  incluso de algunos conocidos, que después de años en el exilio, se han vuelto a la isla a recibir las mieles de la dictadura.
De chismes de artistas, Direlia y su novio escuchaban atentamente, pues ellos tienen la avidez intelectual propia de su espléndida juventud, lo que no les ha permitido convivir con  ciertos artistas cubanos,  hoy famosos. 

Mirando tanto al mar, salió Miami,  que se avizora entre el exilio cubano europeo como una opción de salida, si esta crisis de la Eurozona sigue avanzando. Es cierto, que algunos están volviendo a Cuba, pero hay que decir que otros barajan la alternativa de regeneración estadounidense, en caso de quedar sin trabajo. Cuando has abandonado el origen, a todo lo exterior se le teme menos.

Días como éstos, debían ser obligatorios. Estar reglados para la salud nostálgica y la consolidación del cariño.  Es maravilloso vernos recordar el pasado viendo aviones en la línea del horizonte del Mediterráneo penetrando el mar y, a su vez, ver a Ernesto abrir una casita para los niños, y a Yara de loba feroz ante la sonrisa de los tres que aún no conocen nada de nuestro pasado, para ellos todo es futuro.
Nunca imaginé en aquella isla, que estos Locos bajitos se rieran y jugaran desde tan pequeños, el azar a veces tiende una malla de la cual es difícil desprenderse. 
Este domingo, llevamos a nuestros hijos a ver una versión de La Flauta Mágica de Mozart; quizás por esta magia, de verse con frecuencia,   Venus ha decidido pasearse el miércoles, bien temprano, entre el Sol y la Tierra por última vez en este siglo. Desde mi balcón, también seré feliz por ese encuentro.

2 comentarios:

  1. Arse gracias por el recuento de este dia, me has desprendido una nostalgica lagrima

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  2. Hermano, esbozo una sonrisa cómplice cada vez que leo tus textos. Gracias maestro. Un abrazo Alexander Doblado

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