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sábado, 25 de agosto de 2012

Ciudades invisibles, ciudad de la nostalgia

"Al hombre que cabalga largamente por tierras selváticas le acomete el deseo
de una ciudad."
Italo Calvino.


Yo veo estas imágenes y estoy  convencido de que el único nostálgico no soy yo. Que las personas no necesitan irse de ningún lugar para estar cargados de recuerdos,  que la memoria hace colgar la nostalgia o Síndrome de Ulises, a  unas cuerdas infinitas que te persiguen y alcanzan allí, donde  dejaste casas colgando atadas a tu vida anterior. 
Los hilos, da igual donde duermas o finjas dormir, te entran por el oído sin hacerte daño y se convierten en imágenes cuando estás dormido. Los hilos también dan la vuelta a tu cuello y te ahogan. Los hilos son la cuerda por la que caminas con los ojos cerrados en el recuerdo.

Acabo de ver un reportaje en la tele donde explican cómo los dueños de una cadena de hoteles importantes en Viena,  Bruselas y París, contratan a expertos en olores para darle alma al hotel con olores específicos de la ciudad para cuando el cliente entre, tenga un referente olfativo de olor a queso, aceite o  vinos,   hilos que los conducen a no estar plenamente en lo desconocido, sino en algún lugar de su memoria. 
Hay ciudades cuerpos que salen del agua con hilos de humedad y con peces colgando que te buscan y te encuentran. Te reconocen entre una multitud donde permaneces lleno de nostalgia. Esa ciudad plena de memoria la llevas contigo, y cuelga.



En un instante un canal de Venecia fue a través del olor
un paseo habitual de La Habana Vieja al borde de la bahía
Por momentos el Ebro en Zaragoza
me recuerda la Garone en Burdeos
que también tiene el peso de la ciudad
en una sola orilla
Un amanecer en Florencia 
fue igual a otro en Cienfuegos
¿Qué hacen estas ciudades metidas en otras?
¿Acaso se pueden abrir puertas que conduzcan a un mismo lugar?

frag. del poema  Palimpsesto, 
libro Síndrome de Ulises.2004. Barcelona 
Autor: Arsenio Rodríguez Quintana. Blogger.











Nota: Menos el primer cuadro,  que pertenece a una pintora  Judith G, donde hasta el color cae en la nostalgia o como las gotas de la lluvia en un poema de Julio Cortázar. Todos están asociados a diferentes ilustraciones del libro Las Ciudades Invisibles,  de Italo Calvino, colgado en diferentes formatos. Quien sea dueños de los derechos de estas imágenes y no le interese que estén colgadas en mi texto, lo solicita acreditando su derecho y se retiran.  Estas imágenes serán mi espejo hasta que vuelva de vacaciones.

1 comentario:

  1. Comparto hasta las comas de lo que has escrito, qué maravilla Italo Calvino y sus ciudadades invisibles, es unos de los libros más estimulantes que he leído, o emocionante, aún recuerdo los olores imaginarios de las transitadas calles por Marco Polo. Gracias delicioso!
    Selene

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