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domingo, 9 de abril de 2017

Rodin y una modelo en 1895.

El que no quiera a Rodin está loco o está muerto. Uno reconoce en sus esculturas más que una mujer a una diosa. Después de muchos catálogos en 1999 visto en aquella isla del Caribe donde nací,  pude ver sus esculturas en el Museo Orsay de París.
Aquí en esta foto trabaja con traje manchado y con pinta de hipster que tan de moda están.  En diciembre pasado en Montmartre, París no había un bar que no oliera a hipster... "el exceso no es sexo ni deseo, es aburrimiento."
Isadura Ducan contaba... "Rodin se acercó a mí y comenzó a amasarme como si fuese barro, " y eso que acababa de conocerla. Suerte que tiene ser escultor. Un poeta se le cae la mano izquierda a versos antes de tocar una diosa.
Rodin en cambio. Las tocaba, amasaba, les hacía el amor, las deconstruida, las reinventaba y se rendía a ellas como en su escultura " el ídolo eterno."

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